Tráfico de deportistas menores en Portugal. Denuncia de FifPro
La web de FIFPro, la organización mundial que representa a todos los jugadores profesionales, denuncia tráfico de deportistas menores en Portugal narrando casos reales. Asimismo, incluye el informe efectuado por el Sindicato portugués de futbolistas. Esta es la información publicada en la web de FIFPro:
Futbolistas juveniles llegan a Portugal bajo la promesa de jugar al fútbol profesional, pero acaban abandonados por los agentes y por los propios clubes.
Llega un momento en que se encuentran solos, sin dinero ni medios para regresar a casa. Son historias de desesperación que están haciéndose cada vez más comunes en el fútbol de Portugal.
Una investigación reciente llevada a cabo por el servicio de Inmigración (SEF) en la región Central de Portugal ha llegado a la conclusión de que 157 futbolistas de otros países estaban allí de manera ilegal: 105 de ellos eran africanos, y se les notificó que debían abandonar el país. Otros tres futbolistas aficionados fueron arrestados por haber ignorado una notificación anterior para abandonar el país de manera voluntaria. Se realizaron inspecciones en 60 clubes y en sociedades anónimas del ámbito deportivo, y se abrieron 25 procedimientos de infracción contra clubes que tenían atletas en esas condiciones, y que recibieron multas de entre 50.000 y 250.000 euros.
Joaquim Evangelista, presidente del Sindicato portugués de futbolistas, afirma que el tráfico humano en el fútbol es una realidad, y que existen redes organizadas operando en ese ámbito. “Traen a jóvenes al país y les dejan en clubes que se ofrecen a ejercer como lugar de prueba para esos agentes: si los futbolistas tienen éxito, la transferencia genera beneficios; si no tienen éxito y el Departamento de Inmigración les notifica que vuelvan a casa, tienen que pagar su propio transporte y quedan en el abandono.”
No hubo FC Porto para Rambo
Algunos futbolistas son inscritos con sus clubes y con la Federación Portuguesa de Fútbol hasta que son descubiertos por los agentes de Inmigración o rechazados por los mismos clubes; otros, ni siquiera alcanzan esa fase. Alexandre Rambo es uno de ellos: este brasileño de 18 años tiene nombre de un héroe de película, y espera convertirse en un héroe del fútbol. Ese sueño le hizo abandonar el equipo juvenil del Club Paraná, de Brasil, y llegar a Portugal. “Mi agente, Sílvio Donizete, alcanzó un acuerdo con otro agente llamado Éder Lucas Zem. Este hombre nos dijo que tenía contactos en el FC Porto, y se acordó que yo ficharía para jugar con los juveniles.”
Ni el jugador ni su agente dudaron de ello, porque el segundo agente en cuestión tenía a otros futbolistas en Portugal. “Algunos habían jugado conmigo en Paraná.”
Rambo aterrizó en Lisboa el 7 de diciembre de 2014, pero nunca llegó al FC Porto. Ni siquiera tuvo ocasión de hablar alguna vez con los responsables del club. Su destino fue otro: “Primero me llevaron al AC Alcanenense y me dijeron que entrenaría allí para adquirir buena forma física. Una semana después, uno de los empleados de Éder me dejó en un hotel de Lisboa y me dijo que iba a entrenar con el SG Sacavanense. Aquello también iba a ser temporal, así que supuestamente no iba a dejar de jugar hasta llegar al FC Porto.”
Unos días después, Rambo recibió una llamada telefónica de Éder. Finalmente no hubo acuerdo con el FC Porto, y el jugador tenía que regresar a casa. “Dijo que me pagaría el hotel y se encargaría del billete de avión.” Pero pasaba el tiempo, la factura iba subiendo y la gestión del hotel se enfrentó al jugador. “Intenté hacerme con Éder, pero no pude: dejó de responder a mis llamadas.”
“Estoy aquí solo y no conozco a nadie. Temo que puedan agredirme por hablar, pero tendré que denunciar el caso. No puedo soportarlo más. Si Éder no viene y paga el billete, tendré que arreglármelas de otro modo para llegar a casa. No sé qué hacer”, se decía a sí mismo Rambo en aquel entonces.
Desesperado, Rambo contactó con su agente en Brasil. “Finalmente consiguió hablar con Éder y afrontar la situación. Nos dijo que se estaba ocupando de todo.” El jugador terminó volviendo a Brasil, pero pasó dos meses en Lisboa, esperando, solo y sin dinero, viviendo de la buena voluntad de un hotel y de un restaurante.
Anicet se encierra en Mafra
Los jugadores sudamericanos y africanos son las principales víctimas de esta situación. El presidente del sindicato de futbolistas, Joaquim Evangelista, afirma que ha ayudado a diversos atletas a volver a sus países de origen: “Siempre les ayudamos cuando podemos, porque nos gustaría que los sindicatos de otros países hagan lo mismo con jugadores portugueses que puedan estar en situaciones similares.” Evangelista asegura que cada vez hay más atletas en situación de abandono, aunque muchos de ellos guardan silencio: “Solo podemos actuar cuando se presentan acusaciones, pero eso se hace raramente, porque los jugadores temen contarnos sus casos. La razón es que reciben amenazas por parte de los agentes y de los clubes, que les dicen que nunca más volverán a cobrar si dicen algo, o porque no desean volver a sus países, donde viven en la pobreza, con un sentimiento de haber fracasado en Europa. Aguantan aquí hasta que están desesperados.”
Eso es lo que ocurrió a Tozan Anicet. El jugador de 23 años, de Costa de Marfil, se encerró en las instalaciones del CD Mafra porque no quería regresar a su país sin dinero. Durante la temporada 2013-2014, un agente le llevó desde Cabo Verde a Portugal, pues había arreglado las cosas para que Anicet pudiera entrenar en el club Rio Ave.
Una vez en Portugal, no se organizó nada con ese club. Terminó jugando para el Mafra (segunda división), pero se lesionó y volvió a Costa de Marfil. Poco tiempo después, volvió a Portugal para arreglar su situación con el Departamento de Inmigración y probar suerte en otro club.
Entrenó en el CD Fátima, que quería mantenerlo y le ayudó a legalizar su estado de inmigrante: “Es un jugador de mucho talento y estábamos dispuestos a firmar un contrato con él, pero tuvo problemas psicológicos y tuvimos que dejarle ir”, afirma el presidente del Fátima, António Pereira.
“Estaba frustrado porque no podía jugar debido a su lesión, y se tornó violento. Llegó incluso a golpear a otro jugador en la frente.” El personal del club dejó a Anicet en el aeropuerto, pero no embarcó.
Desesperado por regresar a su país sin dinero, volvió al CD Mafra. “Solicitó al presidente y al director deportivo que le ayudasen a recuperarse y le buscaran un lugar donde estar, pero se negaron”, cuenta Evangelista. Entonces, el jugador se encerró en un edificio perteneciente al club, hasta que la policía lo desalojó. “Se pusieron en contacto con nosotros, y le compramos un billete de vuelta a su país.”
“Dejad a los chicos en la calle”
El 12 de noviembre del año pasado, Olga Palmela, propietaria del Hostal Blue Coast, de Setúbal, difundió en Facebook el drama de algunos jugadores africanos que estaban en su establecimiento: “Futbolistas juveniles suelen llegar y permanecer en el hostal y, cuando no son lo que los clubes esperan, los agentes los abandonan. Es triste que esto ocurra en el siglo XXI y no podamos quejarnos a nadie. Todo lo que podemos hacer es pagarles el billete de vuelta a su país de origen para que se reúnan con sus familias.”
Palmela recuerda el caso de dos futbolistas de Ghana con historias verdaderamente tristes: “El agente nos dijo que dejáramos a los chicos en la calle.” Denunció el caso ante la Federación Portuguesa de Fútbol y la UEFA, pero no recibió ninguna respuesta. “Pagué parte del coste de los billetes de vuelta de los chicos porque soy madre también. Si no les hubiéramos ayudado nosotros, ¿quién lo hubiera hecho? No pagué el billete de regreso a Ghana de los futbolistas, pero les di dinero por si lo necesitaban en el aeropuerto.”
Los dos chicos llegaron allí a través del agente portugués João Gonçalves, en principio para ayudar a un agente ghanés llamado Theophilus Dela Goka, más conocido como Theo, que le había llamado durante el periodo de transferencias del verano anterior. Theo le pidió ayuda para encontrar un club en Portugal para dos futbolistas de Ghana, pues estaban en un club danés que iba a echarles. “Dijo que no podía enviarles dinero para quedarse en un hotel de Dinamarca, pero que podía comprar sus billetes de avión a Portugal. Me embaucó para que accediera, pues yo no podía dejar a dos chicos en la calle.”
Gonçalves afirmó que los futbolistas llegaron en un estado pésimo: “Estuvieron en el hostal de Olga, y yo intenté que entrenasen en algunos clubes, pero padecían malnutrición. Parecían haber estado viviendo en la calle y haber pasado hambre durante bastante tiempo.” Gonçalves pidió a Theo dinero para pagar el hostal y los billetes de vuelta, pero el dinero nunca llegó. “Llegó incluso a enviarme prueba de una falsa transferencia. Me vi obligado a pagar los gastos.” Cuando Gonçalves dijo a Theo que los futbolistas no podían jugar en Portugal debido a su débil condición física, el agente respondió: “Colócalos en cualquier club gratuitamente, aunque sea de quinta división.”
Finalmente, Gonçalves pagó los billetes de vuelta de los dos futbolistas.
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