Las Tres Culturas: deporte, ocio y cuerpo.

El número 6 correspondiente al período enero/febrero de 2012 de la revista DeporCam, ha publicado un artículo del socio de BCD-Iurisport, Javier Lasunción, titulado “Las tres culturas. Culturas del deporte, el ocio y el cuerpo”. Aquí lo podréis leer.

LAS TRES CULTURAS
Culturas del deporte, el ocio y el cuerpo
FX Lasunción
fxl.sportsquality@gmail.com

Son muchos los estudios sociológicos que se realizan sobre la práctica físico-deportiva de la población y, en casi todos ellos, la necesidad de simplificación lleva a utilizar los términos deporte o “hacer deporte” con una visión globalizadora. Se considera practicante del deporte tanto al que realiza ejercicio físico en su casa como al que va a jugar a la playa o al que compite regularmente en una modalidad deportiva.

De igual modo, se da esa consideración de deportista al que, con las citadas actividades motrices, busca directa o prioritariamente objetivos de salud, recreación o rendimiento.

Aunque popularmente se piense de esa manera, los dirigentes sabemos que la diversidad de actividades y, sobre todo, los objetivos por los que se desarrollan, conforman realidades muy distintas y, consecuentemente, aconsejan formas de intervención también distintas.

Los tres ejemplos de actividad y objetivos mencionados anteriormente muestran formas distintas de comportamiento de las personas implicadas y, coherentemente con ellas,
también del personal técnico, al igual que obligan a adecuar los medios que se utilizan para hacer posible la satisfacción de los intereses que llevan a tales personas a elegir ese estilo de actividad.

Dichos objetivos específicos, claramente diferenciados, así como los correspondientes estilos de comportamiento, generan también distintos tipos de entidades prestadoras de servicios. Aunque a todas las entidades del sector se las conozca con el nombre genérico de entidades deportivas o empresas de servicios deportivos, salvo en los tradicionales clubes deportivos con carácter social en los que concurren los tres tipos de actividad mencionados, el resto de asociaciones, clubes, gimnasios o centros de Fitness tienen una especificidad y, aunque se complementen, nunca se deben confundir

Cuanto mayor ha sido el número de personas implicadas en cada tipo de actividad, y más precisas las diferencias con el resto de actividades, mayor repercusión social ha tenido cada una de ellas; hasta tal grado que, lo que en un principio podía considerarse una sub-cultura del deporte común, ha adquirido la categoría de cultura específica. Como ejemplo de ello basta con responder a la cuestión siguiente ¿Son confundibles la cultura generada alrededor del deporte tradicional practicado con finalidad de rendimiento, y que ha dado como consecuencia la cultura deportiva, con la cultura propia de los usuarios de salas de modernas con máquinas musculares y cardiovasculares?

Evidentemente, no es lo mismo el estilo de vida de un deportista tradicional que el de una persona que busca mera recreación y ocupación del tiempo de ocio con actividades poco o nada reglamentadas. Como tampoco estos dos estilos de vida y culturas a ellas relacionadas son equiparables al que poseen los que orientan la actividad física a la prevención y mejora de su salud y la forma corporal.

Es fácil concluir, pues, que ni los públicos o practicantes de las citadas actividades, ni
sus objetivos, ni las estructuras organizativas que las sustentan, ni el personal técnico, ni el tipo de equipamientos o instalaciones, son los mismos para los tres tipos distintos de actividades contemplados.

Me atrevo a decir que tres son las culturas relacionadas al deporte desarrolladas y que podríamos denominar:

- Cultura del deporte o deportiva,
- Cultura del ocio o recreación, y
- Cultura del cuerpo o de la salud, que no del “culto al cuerpo”.

Consecuentemente con dicha clasificación, lo lógico es que cada entidad defina en qué ámbito se quiere especializar y cómo debe actuar para propiciar los servicios y el ambiente general de la entidad para que sea acorde con las características de ese ámbito y no de otro

Resulta curioso, por otra parte, que pocas entidades prestadoras de servicios “deportivos” en sentido general se tomen en serio la necesidad de especialización y estén propiciando las tres culturas indicadas a simultáneo, sin valorar los riesgos que ello comporta. Propiciar la recreación y el ocio en un club deportivo tradicional evidentemente que compensa el ambiente de exigencia que requieren los que practican un deporte de rendimiento, pero también es evidente que, implantado con desmedida e imprudencia, puede mermar la eficiencia en la consecución de los objetivos de rendimiento y, a la larga, facilitar el que se marchen de tal entidad los deportistas verdaderamente interesados en la competición de rendimiento.

Una experiencia parecida y real es la que han sufrido algunos Gym o Fitness Centers al fomentar entre sus clientes actividades de ocio tales como salidas a la nieve, excursiones, cicloturismo y similares. Al poco tiempo, descubrieron que lo que estaban haciendo era vaciar sus salas de máquinas y hacer la función de clubes sociales; cosa para la que lógicamente no estaban preparados.

Por suerte para ellos, algunos centros de Fitness entendieron eso de “zapatero a tus zapatos” y empezaron a comprender que lo suyo es dedicarse a la gente sensible a la cultura del cuerpo, no al ocio recreativo, ni al deporte clásico orientado a la competición de rendimiento.

Motivados por su interés prioritario en conseguir la rentabilidad económica de sus inversiones, generalmente, son los promotores deportivos privados los que mejor han entendido y propiciado la diferenciación de las culturas indicadas,

Obviamente, poca rentabilidad económica puede pretenderse sacar del desarrollo de la cultura deportiva, pues, tradicionalmente se ha considerado como labor social de fomento y propiciada por las administraciones públicas así como por asociaciones de voluntarios. De ahí la “deformación” existente entre muchas de las personas que participan de dicha cultura, al pensar que el “deporte” – el de competición de rendimiento – debe ser subvencionado. Piensan que al deportista no le tiene que costar dinero ni la educación deportiva previa, ni el entrenamiento, ni la competición.

Es cierto, no obstante, que es distinto el comportamiento de las minorías interesadas en profesionalizarse en deportes muy bien implantados y cotizados. Es el caso, por ejemplo, del tenis. Los aspirantes aceptan el pagar la enseñanza y todo el proceso que pueda conducirles a su meta profesional-deportiva.

Los amantes del ocio recreativo y del cuidado del cuerpo sí que asumen el que las actividades correspondientes cuestan dinero y que las tienen que costear ellos mismos. Además, entienden y aceptan que haya empresas de servicios especializadas con fines comerciales.

Cultura del deporte, cultura del ocio y cultura del cuerpo pueden ser vías de negocio en el amplio campo de actividades que comprende el sector deportivo moderno, pero lo habitual es que sólo lo sean las dos últimas. Curiosamente, la cultura con menos número de adeptos practicantes, o sea la cultura del deporte, es la que cuenta con más subvención de la administración central y de las comunidades autónomas. Por su parte, la promoción de la cultura del ocio y la recreación parece más una obligación de las administraciones locales y para la que dotan de espacios urbanos debidamente equipados. Y por último, paradójicamente, la propiciación de la cultura de la salud y el cuidado del cuerpo, que es la más importante para la mayoría de la población, queda en manos de las empresas privadas salvo, en ayuntamientos medios y grandes que han invertido en la construcción de instalaciones para el gran público paralelamente a las instalaciones para el espectáculo.

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